El primer proceso químico usado por el hombre fue la combustión. El fuego le
proporcionó calor, luz y más tarde el medio para cocinar sus alimentos: primero
asándolos, ahumándolos y posteriormente cocinándolos.
El fuego fue también la clave para el descubrimiento y utilización de la cerámica
y después para la obtención de los metales y el vidrio. El hombre utilizó el fuego
para ahumar los alimentos y así preservarlos y conservarlos para un período de escasez,
pero también utilizó otros métodos como el secado de la carne y otros alimentos
al sol y la salazón de los mismos, para lo cual se obtenía sal por evaporación solar.
A partir del desarrollo de la agricultura, la ganadería y el asentamiento del
hombre en pequeñas comunidades — que posteriormente darían lugar a las grandes
ciudades-estado—, los procesos para el mejoramiento y conservación de alimentos
siguieron mejorando y aumentando en importancia. La convivencia con las plantas
y los animales domésticos produjo una serie de innovaciones en el uso de sus productos
tales como la manufactura de pan, quesos, mantequillas, yoghurts, mantecas,
aceites, vinos, miel, cera, cerveza, etc.
En América las grandes culturas fueron posibles gracias al cultivo del maíz, frijol,
papa, camote, tomate, yuca, ñame, etc. Los aztecas en sus campañas de conquista
llevaban alimentos concentrados tales como pinole y carne machaca, o llevaban
consigo guajolotes y perros escuintles.
La civilización China fue posible gracias al cultivo del arroz, el trigo, la soya, y
a la domesticación de animales tales como el cerdo y la gallina. Con el tiempo su alimentación
se hizo muy sofisticada y su cocina una de las mejores del mundo.
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